En plena zona residencial de Versalles, escondido entre casitas bajas, tupidos árboles y la calma de un barrio como los de antes, se encuentra un pequeño local de fiambres artesanales y frigorífico que es un clásico desde 1985. “Almacén de comestibles y cancha de bochas. Recuerdo histórico”, se lee un letrero pintado a mano y algo desgastado por el paso de los años. El aroma a chacinados caseros invita a ingresar a “Roncesvalles”, un emprendimiento que ya va por la segunda generación y no para de crecer. Son afamados por su jamón crudo y en el último tiempo también han sido distinguidos por los paladares de varios sibaritas su jamón cocido, bondiola y pochetta “Los fundadores fueron mis padres, Mary y Hugo, hace ya casi 40 años. Ambos tenían familias oriundas de Galicia, España, con tradición de elaborar sus propios chacinados en sus casas”, comienza a relatar Manuel Rodríguez López, de 29 años, quien junto a sus padres y hermanos, Celeste, Sol, Gretel y David, están al frente del negocio. Mientras desempolva antiguas fotografías y recuerdos de otros tiempos, se entusiasma a reconstruir su historia familiar. “Esto arrancó a puro pulmón. Con mis hermanos nos criamos arriba de los bolsones…LA NACION