Hace tres años, Francisco Idoyaga Molina tomó una decisión que le cambió por completo su vida. Tenía 47 años, la misma edad de Arturo, su padre, cuando murió. Eso lo impulsó a regresar a sus raíces y perseguir un sueño que había permanecido dormido por 32 años.Su infancia transcurrió entre colmenas y abejas, en un campo bonaerense en San Agustín, Balcarce, porque su padre era apicultor. Sin embargo, tras su muerte, toda la familia se mudó a la ciudad, y Francisco, aún adolescente, comenzó un nuevo camino: completó sus estudios y trabajó en diversas empresas del ámbito comercial. Pero en 2021, sintió que era el momento de virar: renunció a su puesto en una de las prepagas más grande del país para crear su propia marca de miel.Paso exitoso. Puso a las vacas en galpones y con robots y el cambio fue impactante“Fue una decisión de vida. Arriesgué la estabilidad económica que te da un trabajo en relación de dependencia para poder dedicarme a lo que siempre amé. Al principio, es un sacrificio enorme porque salís de tu zona de confort, pero vale la pena porque perseguís el sueño de tu vida”, expresa Idoyaga.Así nació Alquimia, su propia marca de…LA NACION